Seleccionar página

Con el sentimiento propio de un hincha de fútbol que despide a su ídolo, el patrullero de la Policía, Juan Sebastián Meneses Calderón, entonó el minuto de silencio con un solo de trompeta para dar la orden de partida del féretro de Freddy Eusebio Rincón Valencia, rumbo al Camposanto Metropolitano del Sur, en Cali.

Fue un minuto de silencio francés el que salió de su trompeta Yamaha 1830, la misma que toca este ibaguereño de 32 años en la orquesta de la Policía Metropolitana de Cali, en el programa de Prevención Ciudadana.

Una vez sus cachetes se desinflaron y la yugular dejó de amenazar con estallarse, sus labios volvieron a adquirir ese tono rosado característico para dibujar en ellos una sonrisa de satisfacción y decir entre murmullos: “Dios te bendiga Freddy. Descansa en paz”.

Esa fue la señal para que hijos y familiares del Coloso de Buenaventura levantaran las seis agarraderas doradas del cajón color caoba, para introducirlo al coche fúnebre que habría de conducirlo a su última morada. Ya eran las 3:30 de la tarde y la pertinaz lluvia, medio se sentía.

Como si fuera el pitazo inicial, familiares, amigos, hinchas y curiosos salieron del estadio Pascual Guerrero acompañando la carroza, la cual tomó la carrera 36 para buscar la avenida Roosevelt y embocarse a la calle 5ª y seguir derecho hasta tomar la vía Cali – Jamundí, donde desprevenidos caleños a lo largo del recorrido vieron pasar la nutrida caravana multicolor, en medio de pitos, vivas y llantos.

Para nadie fue un impedimento esa escasa lluvia que refrescó la tarde, pues los hinchas se aperaron de plásticos, paraguas, cartones y chuspas para acompañar y despedir. Unos con camisetas rojas del América, otros con la del Independiente Santa Fe, no faltaron los que portaban la del Corintians y Palmeiras de Brasil, Real Madrid,  y muchísimos portaban orgulosos la de la Selección Colombia.

Una vez llegó la Caravana al Metropolitano, se encontraron cientos de hinchas que hacían calle de honor y recibieron con aplausos, mientras coreaban ¡Freddy, Freddy, Fredy¡ tal como le animaban en los estadios en los que siempre fue figura.

Una tolda con lona azul le hacía sombra a la tumba N° 324. En medio de una calle de honor llegó el esperado cuerpo y en medio de acordes de la melodía ‘Para Elisa’  colocaron su ataúd cubierto con las banderas de Colombia y el América sobre cuatro reatas, las mismas que se fueron desenrollando hasta tocar el fondo.

Flores de todos los colores formaron el número 19 sobre la pisada tierra, símbolo inequívoco para los agoreros que agotaron todas las posibilidades del chance al jugar en masa el 324 y aquel 19 que permanecerá en la mente de todos los hinchas del fútbol en el mundo entero.