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Aunque las adicciones a sustancias psicoactivas no son un flagelo nuevo, sí se constituyen en causal de una enfermedad progresiva que afecta las familias y a la sociedad en todo su contexto.

El ‘índice de consumo’ o porcentaje total de población adicta a sustancias psicoactivas de la capital vallecaucana, es de 60,1%. Esta cifra la entrega la Secretaría de Salud Pública Distrital, tras un análisis exhaustivo en los registros de centros hospitalarios del sistema municipal. Sólo en 2020 se registraron 4628 ingresos en los centros de salud, que se relacionaban con el consumo adictivo problemático.

“Tenemos un reto enorme como ciudad, el de transformar el estigma que genera la adicción a sustancias psicoactivas. Debemos empezar a sensibilizarnos sobre el tema y entender que las personas que están en situación de consumo se auto excluyen, por lo cual hay que incluirlas nuevamente a la sociedad. Desde ahí nuestro modelo de salud mental comunitaria, para acompañarlos a ellos y sus familias en este proceso”, explicó Jenny Escobar, coordinadora del equipo de Salud Mental y Convivencia Social de la Secretaría.

La funcionaria aclaró que ante el estigma social que genera esta enfermedad, hay un sub-registro de consumidores que no asisten a los centros médicos o que acuden a entidades privadas.

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“En este momento tenemos un consumo del 2,93% en sustancias psicoactivas. Las sustancias ilícitas que más se consumen son la marihuana y la cocaína; no obstante el alcohol, que es una sustancia psicoactiva lícita, tiene un consumo del 57% que también debemos cuestionar”, argumenta Escobar.

Según investigaciones realizadas por Salud Pública de Cali, más que estar cerca de puntos de producción, la causa directa del aumento de consumo se relaciona con dinámicas familiares, sociales y laborales, la violencia intrafamiliar, síntomas de ansiedad y depresión que no se tratan clínicamente, además de la alta oferta de estas sustancias.

“Es una problemática que va en aumento y no discrimina ningún estrato socioeconómico. Muchos acuden a instituciones privadas por fuera del sistema de salud y por ello debe ser una cifra más alta la de consumidores”, afirma el psiquiatra Rafael Montagut.

El impacto es en todos los estratos y las preferencias de consumo van en niveles socio económicos bajos con marihuana, bazuco y pegante, hasta metanfetaminas y cocaína en niveles altos.

“Esta problemática se debe tratar como una enfermedad del cerebro y del comportamiento humano. Son conductas adictivas que están relacionadas con síntomas ansiosos y depresivos, que en medio de crisis se solucionan con sustancias psicoactivas”, reitera Montagut.

Quienes más acuden a los centros de salud por esta enfermedad son personas de estrato dos, en régimen subsidiado. Preocupa a las autoridades el inicio de consumo desde los 12 años, por el micro-tráfico cerca de colegios.

El modelo integral ‘Tejiendo Sueños’ busca captar los casos en territorio y derivarlos a sus centros de atención, para vincularlos a la ruta de salud mental. “Es una enfermedad y siempre existe la posibilidad de recuperarse, de acuerdo con la voluntad del afectado”, insiste Jenny Escobar, del equipo de Salud Mental y Convivencia Social.

El Dato…
A nivel nacional, el Valle del Cauca tiene el 29% de los consumidores.

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