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Las manos de las mujeres que trabajan en los comedores comunitarios de Corazón Contento son manos talentosas, dinámicas, hábiles para obtener la mejor sazón y ahora también, son amigables con el medio ambiente.

Tres representantes de cien comedores comunitarios fueron citadas en la Granja Tarapacá, una Fundación que cuenta con expertos en agronomía, compostaje y huertas comunitarias. La misión de estas mujeres, acostumbradas a servir, fue la de adquirir más conocimientos para producir leguminosas saludables y para reciclar productos orgánicos.

“La huerta es una estrategia para fortalecer el tejido comunitario y para promover el cuidado del medio ambiente. Hay que tratar los residuos orgánicos de comedores porque son alta fuente de contaminación ambiental que al transformarlos se convierten en abono”. Explicó Ángela María Medina, coordinadora de Saneamiento y Medio Ambiente del programa Corazón Contento.

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Conectarse con la naturaleza, reconocerse y reconocer el entorno como vida y fruto fue la tarea inicial de las talleristas, que con meditación se prepararon para compensar los frutos de la madre tierra con comportamientos ecológicos adecuados.

“Los comedores producen muchos residuos orgánicos diarios. Nos hemos enterado a través de la caracterización que estamos haciendo, que hay muchos comedores que ya tienen desarrollos en huertas, tienen interés o tienen una comunidad organizada con mucho deseo de tener una huerta. El propósito de este taller es que los comedores puedan trabajar alrededor del cuidado de sí y del otro y tener alimentos sanos en su despensa”.  Afirmó Ángela Medina.

Quienes están asistiendo a las clases celebran este tiempo de crecimiento que les está dando herramientas necesarias de supervivencia y buena relación con el medio ambiente.

“Esto es recíproco, lo aprendemos y lo enseñamos a las demás personas, porque tenemos comunidades de niños y madres muy interesados en poder producir sus propios alimentos” cuenta Dora Elena Gil, representante del comedor Pan de Dios, lugar que cuenta con 100 cupos para alimentar a los más necesitados en el barrio Valle Grande.

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Este programa piloto de la alcaldía de Cali se inició con 100 comedores comunitarios para aprovechar los espacios rurales de sus casas y producir huertas de legumbres que, además de abastecerles de alimentos, le enseñan a la comunidad a reducir la contaminación de los residuos orgánicos que convierten en abono.

La huerta es una estrategia para fortalecer el tejido comunitario, para promover el cuidado del medio ambiente y para generar mayor autonomía alimentaria sin químicos.

Van 10 talleres adelantados con 300 alumnos, la meta es cubrir los 700 comedores de Corazón Contento.