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El panorama de Cali en zonas verdes y espacio público es desalentador frente a las exigencias internacionales. El estándar de áreas verdes por persona según la ONU es de 16m2 y de la Organización Mundial de la salud es de 9.2 m2. Cali sólo llega a los 2.65 m2.

Así mismo, en espacio público, Cali sólo cuenta con 2,84 m2 por habitante versus los 9 m2 que requiere ONU Hábitat. La política nacional de espacio público plantea una meta de 6 m2  que estamos en mora de cumplir.

Frente a estos retos, académicos e investigadores de la universidad del Valle, la Javeriana e ICESI nos comparten su análisis sobre las principales problemáticas que afronta la ciudad respecto al déficit de espacios de encuentro.

Entre los años 80 y 90 Cali presentó el mayor crecimiento urbano de su historia que transformó radicalmente su paisaje natural y modificó las condiciones climáticas de la ciudad. Los factores ambientales asociados a las migraciones, aumento poblacional, falta de planificación e invasiones y falta de articulación entre academia, sociedad y autoridad han generado espacios poco amigables según los expertos.

“El espacio público es el termómetro de bienestar de las personas en una ciudad” afirma la phd en arquitectura, docente e investigadora de la universidad javeriana Sabina Cárdenas, quien expresa que la coyuntura dada por el paro exacerbó las problemáticas estructurales de la ciudad; como la invasión del espacio público, la falta de mantenimiento de espacios, andenes y parques, la falta de articulación para ordenar el territorio y conectar las zonas verdes, la ausencia de una malla peatonal que permita caminar la ciudad y la no focalización de los recursos para las necesidades específicas de estas zonas.

El urbanista danes Jan Gehl sostiene que en la escala del diseño urbano, lo primero es la vida social, el espacio público y finalmente la infraestructura, abogando por ciudades con más encuentros de comunidad y más sensibles.

“Con mucha frecuencia se hace al revés, primero se piensa en el edificio, en el desarrollo urbano y lo que sobra es el espacio público dejando de lado las dinámicas de las personas y los debidos usos. Un buen diseño urbano es el que logra el maridaje entre las formas de ciudad y los hábitos de uso” reitera la arquitecta Cárdenas.

Por su parte, Francisco Ramírez – Director de Escuela de Arquitectura Univalle, expresa que no se trata sólo de que haya zonas verdes, sino de la calidad de esas zonas. “Lo importante es conciliar el carácter del espacio natural con el carácter del espacio público y que sean disfrutables. En Cali hay pobre tradición de diseño y de uso de zonas verdes como paisajismo. Son pocos los parques que tienen configuración y reconocimiento en la ciudad, pues la mayoría son excluyentes”.

Despejar cemento para obtener más suelo que ayude al almacenamiento de CO2 y tener más cobertura verde viene siendo una exigencia ante el aumento poblacional y las migraciones constantes.

Leonardo Herrera, director del departamento de biología de la universidad ICESI explica que la brisa, la sombra y en general el paisaje natural reducen el estrés y brinda salud y calidad de vida a los habitantes “Dentro de los indicadores nacionales estamos en un valor medio per cápita, pero el estándar nacional está muy por debajo de lo que piden a nivel internacional. Tenemos una gran cantidad de diversidad natural que favorece la salud, el ambiente, nos trae servicios ecosistémicos que reducen el calor y esa frescura está asociada a la salud. En Cali no hay distribución equitativa de esas zonas verdes, faltan más formas de desarrollo amigable a toda la ciudad”

Para el director de la escuela de arquitectos de Univalle hay problemas estructurales de planificación en las ciudades colombianas que se han incrementado en los últimos años, donde las premisas de ordenamiento territorial no se honran en el desarrollo del propio plan de ordenamiento. “Se habla de una ciudad compacta y al mismo tiempo incrementan en sus acciones las áreas de expansión. El otro tema es el diseño, la forma específica de las cosas. Por ejemplo, áreas verdes que son separadores viales, con carros al lado y lado y con conjunto de edificios enmallados que obligan al habitante a ver con miedo desde la ventana un lugar inaccesible donde no existe ni una banca”

Sobre este tema, la arquitecta Cárdenas enfatiza que en Cali para tener parques de calidad falta trabajar en accebilidad y dotación. “Estamos en mora de tener un plan maestro de espacio público que regule los vendedores informales y de directrices  de aprovechamiento este espacio para que esto no sea una carga para la administración sino un beneficio que hasta pueda atraer turismo. Es imprescindible trascender lo inmediato de un plan de desarrollo y articularlo al plan de ordenamiento territorial, así como realizar dinámicas de cocreación con las comunidades”.

El arquitecto Francisco Ramírez insiste en que no sólo se trata de definir el uso de las zonas verdes sino la forma en la que será usado. “Hay que pensar que hay una relación entre el hombre, el ciudadano, la comunidad y el entorno y eso tiene que darle forma. Hay que tener en cuenta las mediaciones entre ellos”.

El déficit de espacio público de la ciudad y las alertas ambientales frente a la densidad poblacional y el incremento de la temperatura global están volcando las obras urbanas hacia infraestructura verde.

Rescatar los recursos ambientales y generar espacios de calidad incluyentes son los retos que quiere asumir la administración de puro corazón que le apuesta en su plan de desarrollo a generar 1 millón y medio de m2 de espacio público para la ciudad.