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Muy temprano en la mañana, Anadelfa Gómez y María Eugenia Díaz, abordaron su ruta del MIO, camino a la terminal de transportes de Cali. Desde Ciudad Córdoba, el barrio donde habitan en el distrito de Aguablanca, el recorrido tomaría máximo media hora.

La noticia sobre la situación de los haitianos de paso por Cali, las estremeció y decidieron unirse para colaborar. Entre algunos ahorritos de ambas, lograron juntar 250 mil pesos para entregarles a las madres y sus pequeños. María Eugenia comenta que prefirieron dar algo de dinero porque según ellas, muchas veces, las ayudas materiales que se dan, no son lo que cada persona necesita exactamente: “que ellas (las madres haitianas), de acuerdo a lo que necesiten mientras están aquí en Cali, lo compren. De pronto pañales, agua, un almuercito, lo que sea”.

Anadelfa, a sus 75 años, fue de la mano de María Eugenia. Llevaba una pequeña monedera plástica debajo de su ruana azul tejida. La abrió. No tuvo que hacer mucho esfuerzo; casi que se habría sola pues estaba repleta de rollitos de billetes de dos mil pesos. Ella pensaba darle a cada mujer, de a 20 mil pesos: “Sé que no es mucho dinero. Pero también sé que cuando uno necesita, esos pesitos son una bendición”.

Se encontraron a su llegada a la delegación de funcionarios de la embajada de Haití en Colombia, que justamente se encontraban haciendo un recorrido por la terminal de transporte de Cali para cerciorarse de la situación de sus compatriotas. “Cuando los escuchamos hablar con los demás funcionarios, entendimos que eran de ese país y que estaban allí para ayudar. Como no manejamos el idioma, pues les contamos nuestra idea y muy amablemente nos dejaron acompañarlos y nos ayudaron en la traducción”, añadió María Eugenia.

Anadelfa comenzó a desenrollar los billetes de dos mil. Al principio las mujeres se mostraban un poco reacias a recibir el dinero, pero finalmente accedían, dando las gracias. “Es normal que ellos estén tan prevenidos. A su paso hacia Cali, han sido víctimas de muchas estafas y les cuesta confiar”, agregó Jean Hugues, primer secretario de la Embajada de Haití en Colombia y quien lideraba la comisión.

Una mujer joven, proveniente de África, que cargaba a su bebé en brazos, no entendía mucho la situación, solo hablaba inglés y no comprendía el idioma natal haitiano. Con una pequeña traducción, comentó que ella sí estaba necesitando mucho esa ayuda. La recibió y asintió con la cabeza ante María Eugenia y Anadelfa en muestra de agradecimiento con un leve “God bless you”. Al comentarle a Anadelfa que la joven mujer le daba su bendición, la tomó de la mano y con su voz tímida le respondió: “que la bendiga a usted. Cuídese por favor”.

Anadelfa se apartó. Se levantó su tapabocas y sus gafas y se limpió sus lágrimas. ¿Por qué llora? le pregunté… “porque es muy duro verlos así. Son seres humanos con bebés pequeños y ahora están en esta situación. Debemos dejar de ser tan inhumanos y ser más solidarios.

Nosotros los caleños somos personas humanitarias  y yo a mi edad, les pido que colaboremos. Ellos son personas que por situaciones de la vida, carecen de muchas cosas en este momento y muchas veces  el ser humano es duro, no se pone en el lugar de la otra persona  … entonces invitarlos a que nos sensibilicemos un poco por nuestros semejantes”, comentó, mientras limpió sus gafas con su ruana azul. Se recompuso y siguió, apoyada en María Eugenia, repartiendo su generosa ayuda a las madres haitianas.