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La pandemia ha limitado las expresiones de cariño y la cercanía que culturalmente han representado al ciudadano vallecaucano. Explica el equipo de profesionales de la línea de atención 106 que los caleños han demostrado su nivel de resiliencia y persistencia pese a los temores que han incentivado la pandemia y el estallido social del 28 de abril.

Andrés Felipe Jiménez, coordinador de la línea 106 de la alcaldía de Cali, las principales causas de consulta en la ciudad son por ansiedad y depresión. “En primer momento estas afectaciones emocionales se intensificaron por el aislamiento que exigió la pandemia versus la sensibilidad kinestésica o táctil propia de la cultura caleña. La pandemia limitó la expresión y los sentimientos de cariño hasta al interior de las familias”

La planta de profesionales de la línea 106 cuenta en sus estadísticas con una población que consulta frecuentemente por estas afectaciones en un rango de edad de 14 a 55 años y principalmente mujeres.

“Después de las protestas sociales se triplicaron las consultas, especialmente por sentimientos de incertidumbre: Muchos se sintieron vulnerables e indefensos porque el patrón o rutina diaria, que ya sufría modificaciones permanentes con el COVID19, se volvió más sensible y frágil ante el estallido social. La situación del día a día se volvió muy cambiantes, nada era fijo y eso generó cuadros de ansiedad y depresión bastante fuertes en los caleños”

El riesgo por seguridad y el COVID19 abrieron nuevos temores que generaron en los caleños más ansiedad, sentimientos de indefensión y vulnerabilidad a morir por la pandemia o ser atacados. Pero los caleños también lograron adaptarse y demostrar el nivel de resiliencia y lucha propia de su idiosincrasia.

El coordinador de la línea 106 informó que se evidenció una alta demanda de consultas de la población juvenil y por ello se creó una nueva aplicación, un canal más adaptado a las necesidades de esta población. “Se puede adquirir en las tiendas de aplicaciones como “Línea 106” que genera atención directa con un profesional sin tener que desplazarse”

Jiménez reitera a los caleños que la mejor medicina para la ansiedad en estos años atípicos es estar en familia. “Encontrarnos con personas más cercanas, lo que sufrimos muchas veces no nos permite identificar lo que tenemos al lado, o mirar de manera más objetiva a quienes nos acompañan. Debemos fortalecer vínculos y reconocer a los otros en las necesidades que se tienen y ayudarnos entre nosotros mismos”

Reitera que la sociedad se lee como una familia grande. “Cuando hay problemas de legitimidad y autoridad es necesario sentarnos, concertar y reconocer al otro en función de unos acuerdos para la sana convivencia dentro de la casa y no se trata sólo de preguntar qué pasa. En lo que más fallamos es en la forma en la que nos acercamos; con regaño, reprensión, castigo. Si cambiamos de forma, el mensaje es el mismo pero con mejor resultado”.

Jiménez insiste en que en la actualidad adolecemos de una falta de reconocimiento del otro. “Si se hacen acuerdos, lo punitivo puede quedar a un lado y manejarse como última opción   cuando no se cumplen los acuerdos a los que se llegaron. Siempre se debe tener la premisa de que mi libertad termina cuando comienza la del otro y ese debe ser el principio de todo acuerdo”.

El llamado de los profesionales es que, ya sea en familia o en sociedad, todos tenemos la misión humilde de ser restaurativos y tratar de conciliar para averiguar qué puede hacer unos por los otros sin transgredir, como un principio de solidaridad.  “No podemos meter en un mismo costal las necesidades sociales, mientras uno tiene hambre, el otro sólo tiene sed. Debemos ser restaurativos y concertar para que, desde la primera institución o la base de la sociedad que es la familia, todo funcione.”