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Nidia Cuéllar Jaramillo partió el pasado 7 de julio, dejando tristeza y desconsuelo entre sus familiares, amigos y la comunidad de la Institución Educativa Oficial Alfonso López Pumarejo, en donde trabajó como docente de Biología y Química desde hace 28 años.

Olga Liliana Mejía Giraldo, coordinadora de la Institución, manifestó que los corazones de la comunidad educativa se encuentran muy tristes y dice que no es fácil encontrar consuelo porque una de las maestras más queridas ha partido.

Agregó que “Aunque los años pasen jamás podremos olvidarte porque fuiste una gran maestra, sembradora de valores espirituales éticos y profesionales; maestra que verdaderamente sentía amor por su carrera y vocación; que podía ver en cada uno de sus estudiantes un inmenso potencial por desarrollar conocimientos para hacer realidad sus sueños”.

Cecilia Varela Marmolejo, educadora y compañera de la sede Los Farallones, la consideraba su amiga del alma. Asegura que la profesora Nidia se había ganado el aprecio y la admiración de sus compañeros y de los padres de familia por su sentido de la solidaridad.

“Fuiste una mujer muy inteligente, excelente docente, amiga, madre para tu familia y estudiantes, con un corazón que inspiraba solidaridad a toda prueba. Dando siempre la sensación de que para ti no había nada imposible puesto que entendías que en la vida siempre se debe servir sin mirar a quien y sin recibir recompensa material, porque Dios te la dará con todo su poder el reconocimiento a tu nobleza. Paz en tu tumba”, agregó.

El docente Guido Fernando Chacón expresó “Amiga de apariencia frágil, pero de gran corazón, con mirada y paso firme, con voz de mando, de mano dura contra las injusticias, pero suave para el débil y el desvalido.  Siempre te observamos en el día a día, cuando te quedabas al caer el sol cada tarde, organizando tu salón, tus cosas… esperando a alguien o esperando encontrarte con alguien que te esperaba, porque ahí estaba tu mano solidaria. Y seguir ya cansada después de una extenuante jornada caminando suavemente por las calles de López, para llegar a tu hogar donde siempre te esperaba tu familia con regocijo”.

“A ella, la compañera Nidia que partió dejando huellas hermosas; enseñando caminos de lealtad, tenacidad y servicio.  Su ejemplo de amor y de entrega por siempre nos deja en la memoria recordarla como una flor de mil colores, con pétalos de irreverencia y franqueza; pétalos de abierta expresión ante la injusticia. Nuestro mayor homenaje será, como educadores, transmitir su legado de vida”, fueron las palabras de la educadora Gilma Soto.