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Alexander Jiménez, a sus 44 años de vida, jamás pensó que el aire le faltaría… para respirar por su propia vida.

Mientras la pandemia por la Covid-19 seguía su curso durante más de un año de presencia, Alex ya sumaba, como de costumbre, cientos de millas trotadas y otras más rodadas en su bicicleta. Pensó que ya lo sabía todo sobre el tema del virus; pero tuvo que vivir lo que para él, ha sido el episodio más aleccionador e impactante de su vida: “comencé con un dolor de garganta. En menos de una semana ya me encontraba en una unidad de cuidados intensivos, boca abajo, batallándole mi vida al virus”, comentó.

En el momento en que escuchó al médico decirle que debía despedirse de su familia, mientras ingresaba a la UCI, comprendió que la soledad sería ahora su compañera. Estaba en él y en su fortaleza mental y física, decidir por cuánto tiempo. El fallecimiento de su mejor amigo; el de toda la vida luego de un mes de batallar contra el COVID, no le ayudaba anímicamente. Mientras él ingresaba a la UCI, su amigo se despedía del campo terrenal.

“Cuando uno ingresa a la unidad y ve tanta gente… sin importar edad o sexo y en las mismas condiciones o peores; no es fácil. A mí me ponían la manguera de oxígeno y no era suficiente. Tuve que sobrellevar dos días así hasta que me pusieron el oxígeno a presión. Estuve boca abajo mucho tiempo para permitirle a los pulmones, trabajar mejor. Uno ve cuando le gente llega pero también cuando se va. Uno le pregunta a las enfermeras por las personas que ya están desocupando y entiende que es porque no pudieron superar esa etapa”, agrega.

Jimena Izquierdo, psicóloga de la Clínica Unidos por la Vida, un espacio creado por la administración del médico Jorge Iván Ospina para tratar patologías exclusivas a la Covid -19, comenta que la tarea más difícil para ella es la de decirle a la familia de los pacientes sobre la situación crítica de su familiar. “Se presentan episodios de ansiedad, también síntomas depresivos. La mala mecánica respiratoria hace que también a nivel mental o psicológico, la sensación de estar ahogado comience a generar ansiedad; despierta temor frente a la muerte… por obvias razones”.

Según la especialista, el que la persona tenga que enfrentar sola esa situación  es ya un tema difícil. “Posteriormente vemos que muchas personas que ya están saliendo de UCI, presentan trastornos de estrés post traumático porque precisamente el paso por una UCI no es algo agradable por las sensaciones que esto despierta…”, afirma.

Alexander ya lleva casi un mes de vuelta en casa. Debe hacer terapias respiratorias con cierta frecuencia. Se agita y agota aún con cierta facilidad, pero ya se rindió a los encantos de volver a rodar en su bici y con sus amigos. Una de sus mejores terapias sin duda. Por ahora, son recorridos cortos pero mentalmente se ubica andando nuevamente en los Farallones de Cali.

“Esta situación, más que hacerme preguntar el por qué, me hizo llegar al para qué. Y a toda persona que encuentro, le comparto mi testimonio. El mensaje claro que me quedó fue que no debemos bajar la guardia, que debemos cuidarnos. Si amamos a nuestra familia y a nuestros hijos, tenemos que hacerlo, es nuestro deber para poder seguir adelante”, finaliza Alex mientras camina por el parque tranquilo, con 10 kilos menos que antes, pero feliz de volver a respirar por su propia vida.