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  • La celebración de los 25 años de Estudios Takeshima dejó como mensaje central la importancia de abrazar la digitalización sin perder humanidad y de construir una identidad musical caleña abierta al diálogo con el mundo.
  • El panel resaltó que Cali cuenta con un gran caudal de talento musical que necesita fortalecerse con disciplina, audiencias locales y una industria sólida que potencie su proyección global.

 

Santiago de Cali, 14 de septiembre de 2025

En el marco de la celebración de los 25 años de Estudios Takeshima, el evento Horizontes de la Industria Audiovisual y Sonora abrió un espacio crucial para pensar el presente y el futuro de la música. El panel “Producción sonora y musical en la era digital: del estudio al streaming, innovación, circulación y oportunidades para la música de Cali” reunió a Iván Benavides, músico, gestor cultural y productor; junto a William Patiño, líder de Ditto Music en Colombia, y Jaime Andrés Tenorio, director de Estudios Takeshima.

En este espacio de diálogo se exploró cómo la digitalización ha transformado la manera de crear, distribuir y vivir la música, y se expusieron los retos que enfrentan los artistas caleños en un contexto global cada vez más competitivo y segmentado.

De la grabación analógica a la era del streaming

Benavides inició con un recorrido histórico: de los tiempos en que una sola toma bastaba para capturar el talento de orquestas completas hasta el presente, marcado por consolas digitales e inteligencia artificial. “Antes había humanidad: podía haber desafines y cambios de tempo, pero había sabor”, señaló, contrastando la riqueza del sonido en bloque con la uniformidad de muchas producciones actuales.

El paso del estudio al streaming, explicó Patiño, ha llevado a muchos artistas a medir su éxito únicamente en números. “El streaming es solo una pata de la mesa. El artista integral se sostiene en varias: shows, merchandising, audiovisual, performance. No todo puede depender de Spotify”, advirtió.

Éxito: más allá de las métricas

La conversación giró en torno a una idea recurrente: el éxito no es sinónimo de fama, poder y dinero. Para Benavides, se trata más bien de maestría, autonomía y propósito: “Ser lo mejor en tu oficio, tener libertad y saber para qué haces lo que haces”. Ejemplos como Grupo Bahía, Meridian Brothers o el mismo Festival Petronio Álvarez fueron citados como formas de éxito que no se reflejan en cifras masivas, pero sí en impacto cultural.

Cali: talento en busca de públicos

Tanto Benavides como Patiño coincidieron en que Cali es una ciudad musical y sonora por excelencia, con un caudal de talento que necesita convertirse en habilidad y consolidar audiencias propias. “En Cali hay más talento que disciplina. Hay que construir público local que consuma el talento propio”, dijo Iván Benavides, alertando sobre la tentación de buscar primero la validación en mercados externos.

La comparación con Medellín fue inevitable: “Los mismos artistas transformaron la imagen de esa ciudad. Cali también está cambiando las barreras con nuevas generaciones que diversifican géneros y están haciendo que la industria vuelva a mirar hacia acá”, agregó Patiño.

Claves para artistas independientes

El panel dejó varias fórmulas de supervivencia y crecimiento para los creadores en la era digital. Patiño insistió en que el patrimonio de los artistas no debe ser los números, sino su música y sus relaciones humanas: “Este negocio es de personas, de sentimientos, de conexiones”.

Benavides, por su parte, resumió en cinco ingredientes los pilares de cualquier carrera: talento, trabajo duro, privilegios, suerte y contactos. Y agregó cualidades indispensables: confianza, resistencia al rechazo y una compulsión irrenunciable por crear arte.

Tradición, identidad y antropofagia cultural

El cierre del panel abrió un debate sobre la identidad musical de Cali. Para Benavides, tradición e identidad no son lo mismo. Su propuesta: la antropofagia cultural, un concepto que invita a absorber, mezclar y reinventar sonidos locales y globales para dar vida a nuevas expresiones.

El panel no solo celebró el camino recorrido por la música caleña, sino que también dibujó un horizonte claro: entender la digitalización sin perder humanidad, construir audiencias propias y fortalecer la relación entre artistas, instituciones y ciudad. Una apuesta que refleja el espíritu de los 25 años de Estudios Takeshima: hacer de Cali un epicentro creativo que dialogue con el mundo.