Ernesto no sabe a ciencia cierta si en los últimos 15 días ha dormido con una paciente covid: su esposa, Adriana. Durante ese tiempo ella ha presentado dolor en el pecho y dificultad para respirar. Ambos dicen que no han llamado a su EPS para solicitar la prueba PCR, pues están seguros de que los resultados “se demorarán una eternidad en llegar a la puerta de su casa”. Por eso prefieren esperar 30 minutos para ser atendidos por el Covid-móvil.
El ‘vehículo’ es algo así como una buseta blanca, muy parecida a las unidades móviles en donde las personas donan su sangre, y en cuyo interior hay dos médicos generales que se encargan de tomar un par de muestras con hisopos: uno que recoge una pizca de saliva desde la boca y otro de mucosa al introducirlo hasta las profundidades nasales, lo que hace fruncir terriblemente el ceño de Adriana una vez llega su turno.
La escena transcurre en el Parque Los Gemelos, en Vallegrande, barrio que hace parte de la Comuna 21. Desde que la Alcaldía de Cali la declaró como una de las zonas rojas (también están la 5, 10, 15 y 16) por coronavirus en la ciudad, con entre 93 y 161 casos activos hasta la fecha, cinco hospitales han sido desplegados a los puntos más críticos para hacer tamizajes, labores educativas en medidas de prevención y hacer toma de muestras PCR. Mientras a Adriana le hacen las preguntas de rigor (¿ha tenido contacto con casos positivos? ¿qué síntomas ha presentado? ¿ha estado por fuera del país?), su esposo, Ernesto, espera sentado sobre la acera.
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—¿Y usted por qué no se quiere hacer la prueba?
—Si mi esposa llega a arrojar positivo, de una asumiré que yo también estoy contagiado, entonces ¿para qué gastar dos muestras en un mismo grupo familiar?
—Si ese es el caso, ¿cómo cree que ella o usted podrían haberse contagiado?
—Que yo sepa, no hemos tenido contacto con ningún paciente confirmado. De resto, todo este tiempo hemos estado encerrados en casa, sobreviviendo de puros ahorros. Intercambiar el dinero con el domiciliario, tocar la reja de la puerta que otras personas también han tocado, hacer el mercado… Todas esas pequeñas acciones cotidianas son suficientes para que uno contraiga el virus sin que uno se dé cuenta y más si hay asintomáticos por ahí rondando. Sabrá Dios si yo soy uno de ellos.
Como todo el que se haga tomar la prueba, la pareja de esposos no podrá salir de su casa por ocho o diez días, tiempo en el que se tarda en llegar el resultado al correo electrónico de la paciente. Una pequeña acotación: es evidente que Ernesto no se llama Ernesto y Adriana, pues esos nombres no son más que una ‘máscara’ que los protege de una discriminación que ambos temen que provenga de sus vecinos. La vieja historia de la desconfianza como escudo.
—Es curioso —comenta Ernesto—: cuando alguna gente no ha sabido de un familiar o amigo con covid, cree que la pandemia es mentira, una conspiración, pero cuando lo conoce, lo señala como si lo condenara. El personal médico lo pasa peor. Mírelos…
Se refiere a los enfermeros que hay alrededor del Parque Los Gemelos y cuya misión -aparte de hacer tamizajes y culturizar a la ciudadanía- es dar con casos sospechosos de coronavirus para que sean atendidos atendidos por el Covid-Móvil.
—No están en una UCI, pero basta con que estén aquí, en la calle, en donde el virus ronda libremente.
La Secretaría de Salud de Cali no lo llama Covid-Móvil, sino hospital móvil. Y no solo es uno, sino cinco, cada uno adscrito a todas Empresas Sociales del Estado, ESE, de Cali: Oriente, Norte, Centro, Suroriente y Ladera.
De acuerdo con la jefe del despacho, Miyerlandi Torres, hasta la fecha estas unidades han logrado atender cerca de 5000 personas, de las cuales entre 600 y 700 se han tomado las pruebas.
A esto se suma la estrategia de microterritorios por conglomerados. “Ya no solo lo hacemos con la capacitación en protocolos, sino también en cómo hacer un cerco epidemiológico, qué hacer cuando en un puesto de trabajo se tienen casos positivos y cómo evitar la expansión del contagio”, explicó la funcionaria. Es decir, la estrategia del Covid-Móvil viene articulada con otras más dadas a la prevención.
En cuanto al estudio de incidencia del coronavirus en el sistema MÍO y por viviendas, que buscaba realizar 1000 pruebas, Torres indicó que han tenido dificultades para el procesamiento de las mismas por parte de los laboratorios, dada la falta de test en la ciudad.
“Las viviendas se escogen en un muestreo aleatorio por conglomerados, donde uno define en qué manzanas tomar las muestras”, anotó la Secretaria.
No es posible conocer el rostro de Kenly Soto. Al tener la misión de recoger las muestras en el Covid-Móvil, no solo debe usar overol, delantal y polainas, sino también tapabocas, gafas de protección y careta. Afortunadamente, dentro del Covid-Móvil hay refrigeración, pues de lo contrario estaría sudando a mares.
Es médico general hace ocho años en la ESE Oriente, tiempo sobre el que comenta que nunca le había tocado un reto profesional como el de las últimas cuatro semanas.
“Aunque nos fijamos en los adultos mayores o personas con comorbilidades, no tenemos barreras a la hora de atender a cualquier que solicite hacerse la prueba y presente su documento de identidad. Al realizar cerca de 30 pruebas diarias desde hace dos semanas, hemos podido identificar hasta casos asintomáticos”, explica Soto.
El protocolo funciona de la siguiente manera: tan pronto la Secretaría de Salud y las Empresas Sociales del Estado, ESE, se ponen de acuerdo en qué puntos desplegar su personal según las zonas de mayor aglomeración y contagios registrados, inicia una serie de actividades que no solo consiste en tomar muestras o hacer labores pedagógicas, sino también en aplicar de forma gratuita vacunas contra la influenza H1N1, que aportó al 9 % de la circulación viral del primer semestre de este 2020.
El personal encargado de estas labores se les conoce en el gremio como equipo extramural. Tan pronto Soto termina de aclarar estos pormenores, un compañero suyo la llama con urgencia. Soto se voltea y advierte que hay cuatro personas la están esperando para tomarse la muestra: no están en fila, sino dispersos en el parque, separados con mucha prudencia.
No todo el equipo está conformado por médicos o enfermeros, también por Guardianes por la Vida que se encargan de hacer el enlace con la comunidad a la que visitarán. Uno de ellos es Karen Espinoza, psicóloga de la ESE Oriente.
“Antes había un temor de la gente de saber si tenía covid o no, incluso si se le ofrecían el servicio gratis. Ahora hay más consciencia y hay personas que se nos aproximan de forma voluntaria”, reflexiona Espinoza.
Pero si bien ese sesgo pareciera haberse achicado, lo que aún más disuade a las personas de someterse a la prueba es que deben estar aisladas en casa hasta que llegue el resultado, una decisión que para algunos implica un duro golpe económico.
O quizá no tanto para otros…
Cerca del Covid-Móvil hay una mujer de camiseta y tapabocas rojo, sentada sobre su moto. Hace pocos minutos la conducía cuando se sintió interesada por el Covid-Móvil y decidió esperar su turno para que le tomaran la prueba.
—¿Y usted a qué se dedica?
—Manicurista.
—¿Y no cree que el tener que estar en casa por ocho o hasta diez días de ahora en adelante le será más difícil en lo económico?
—Pues se hace lo que puede, ¿no?
Y no dice nada más.